Después de un mes de la última entrada, mi abuela se despidió de nosotros... lo hizo dormida, como me dijo en el sueño... Después de mes y medio sin ella he aprendido a aceptar la vida tal cual es, sin resignarme, pero he hecho el esfuerzo de entenderla y de esta forma, me siento más tranquila.
Aún tengo pena, aún lloro... pero sé que donde quiera que esté, en ése lugar cercano y lejano, ella está bien porque así le siento. Es inevitable no echarle de menos, no recordarle, no sentirle vibrar como si aún estuviera viva, y éso tal vez es lo que me rompe y me conmueve... pero aunque siga emocionándome al recordarla, pasen los años que pasen, no le enterraré en el olvido, seguirá a mi lado, como fiel consejera, como mi madrina que fué y es hasta que volvamos a reunirnos.
Desde que se fué, la vida me ha pasado muy rápida, no me he dedicado tiempo, y és éso lo que añoro... el poder descansar, mirar al infinito, perder la vista en el cielo, llorar hasta que me harte, reír hasta que el cuerpo ya no pueda más... necesito perder el tiempo un poco y aburrirme de mi propia compañía hasta que vuelva a requerir la compañía de los demás.
Tengo ganas de estar sin hacer nada, de abrazarme a mi pareja y sentir que el tiempo corre a nuestro favor y no en contra...
Quiero mirar al infinito para lograr atrapar el sonido de mis latidos y la voz de mi intuición, porque ya las hecho de menos y ya mi alma requiere un poco de atención.