martes, 2 de noviembre de 2010
Mendigar amor
Para algunos será muy fácil definir amor, para otros quizá resulte más complicado. Tal vez porque la única forma de amor que conocen tenga una descripción muy alejada a lo que le corresponde en realidad.
Qué difícil es hablar de un tema tan antiguo, pero lo cierto, es que todo el mundo habla de amor. En las canciones, se habla de amor. En las cafeterías, las peluquerías, en los patios de colegio, en los pasillos de la facultad, en las discotecas, en la cama, la televisión...
Todo y todos hablan de amor. Pero quizá el amor, el amor que yo reconozco y entiendo, no se hace sonar tanto. Suena mucho más el amor que hace daño, el amor físico, el amor infiel y el amor que te hace sangrar la piel... Suena más ése tipo de amor, y tal vez sea ése amor del que hablan todos.
Creo que el AMOR en sí, debería de cultivarse primeramente por el amor a uno mismo. Si aún no sabemos amarnos a nosotros mismos, ¿cómo vamos a saber amar a otros?. En la carencia del amor propio existe una ranura, y es por ésta ranura por la que se cuela el dolor del corazón, es por ésta ranura por donde se cuelan los irresponsables, los maltratadores, las historias insanas, los delitos pasionales... es por ésta ranura por dónde comienza a correr la sangre. Es por ésa ranura por dónde se cuelan personas con ranuras aún más grandes y deterioradas en su personalidad, marcadas por su pasado, por historias que fueron incapaces de comprender y en consecuencia historias que jamás se superaron.
No es ninguna broma, es algo muy serio. No hemos aprendido todavía a respetarnos lo suficiente, no sabemos colocar la delgada línea que separa lo que está bien y lo que está mal, porque en el amor, todo no vale. No vale la pasión desmedida, el amor exagerado, la obsesión, la posesión... hay que encontrar el equilibrio de esta emoción tan delicada.
Estamos en una sociedad que no está educada para amarse. Estamos en una sociedad egoísta marcada fundamentalmente por lo superficial, y en una sociedad así, es difícil encontrar o saber encontrar a una persona que sepa amarnos y que nosotros mismos sepamos amar sanamente.
Es tan delicado entrar en el ámbito emocional de una persona, que cuando estás dentro te conviertes en un ser poderoso capaz de destruir y reconstruir todo lo que allí se encuentre. Destruir autoestima o construirla, destruir sueños o construirlos... todo es posible cuando alguien sobrepasa ése terreno. Debería estar lleno de etapas, como en los videojuegos, para llegar hasta la puerta de las emociones, unos piden poco, simplemente que se queden, otros piden mucho más... piden un nivel de compromiso mayor.
¿Es lícito dejar entrar a cualquier persona? NO, sin dudarlo. Tan sólo por el poder que adquiere, deberíamos andarnos con más cuidado y ampliar las etapas en las máximas posibles. No existe la posibilidad de estar seguros al 100% en que no nos equivocaremos, el riesgo considero que a veces, merece la pena, pero sólo cuando ésa persona te ha demostrado que cumple una serie de expectativas que en un pasado fijaste ayudado por tu experiencia.
Nos puede amar mucha gente, pero muy pocos son capaces de hacernos felices. Además, existe el hacer, y el "arte de hacer", amar es fácil, "saber amar" es mucho más complicado, el saber amar no te roba espacio, sabe respetar, sabe escuchar, sabe darle al otro lo que necesita sin dejar de cuidarnos a nosotros mismos.
"El arte del amor consiste en ser uno mismo sin dejar de ser dos"
Hay personas que mendigan amor, que abren su guarida emocional a cualquier indigente que se acerque, y éste o ésta hace y deshace cuanto le de la gana. ¿Merece la pena pagar ése precio sólo por querer sentirse querido? ¿sólo por el miedo a la soledad? ¿por tener pánico al fracaso?. No lo merece.
Considero que una vez que alguien se mete ahí dentro, puede actuar como "defensa" o como "virus". O te enriquece y te hace más fuerte, o bien te resta cada día y te enferma.
Y como un virus se expande y te secuestra. Y después, sacarlo de ahí, no es tan fácil. Tienes que vivir una realidad similar para poder entenderlo, y es cuando, metida de lleno en una historia así, entiendes la realidad del maltrato fisico-emocional. Te das cuenta que las partes de esta historia son seres desiquilibrados, con un ámbito emocional empobrecido y sin etapas de entrada. Se han enfermado, ya he dicho, son como un virus.
Un virus con una única medicina de ataque; la mente. La mente es la única que debe y puede ayudar a rechazar y convencer que alguien te está destruyendo, aqui el corazón poco tiene que hablar , poco tenemos que hablar los amigos, los psicólogos o los médicos.... porque si ésa persona no quiere escuchar, no escucha, el autoengaño va mucho más allá, el virus ha atacado por completo la autoestima, la personalidad, el amor propio ya no existe. El "amor" en estas condiciones en una enfermedad letal y sumamente peligrosa.
En la sociedad actual han nacido enfermedades modernas como anorexia, vigorexia, bulimia etc... Todas tienen desórdenes de conducta y se basan en una distorsión de la realidad. ¿No son así también los amores enfermizos mantenidos por miedo, amenaza y maltrato?. Son igual de peligrosos pues llevan a la muerte... o te matan o te matas. Un desorden de conducta que va desde aguantar insultos y soportar agresiones o a la parte contraria que es agredir verbal o físicamente. Una distorsión de la realidad, que es no ver dónde está el maltrato, dónde está la figura del maltratador o el maltratado e inventar excusas, inventar amor donde quizá no lo hay.
Así como hay que cuidarse de la gripe tomando actimel y reforzando nuestras defensas... hay que tomar un remedio que evite que nos ataquen virus en nuestro estado emocional, y ése remedio que conozco, se llama AMOR PROPIO y AUTOESTIMA... aunque pueden fallar, al menos garantizan que aumenten las etapas de entrada a nuestro corazón y que no entre cualquier persona. Eduquemos a los más pequeños para que aprendan a quererse y que su filosofía de vida se mantenga en proteger su integridad personal y emocional, en conservar sus sueños y sus pasiones. Eduquémonos a nosotros mismos para que nos preocupemos en cubrir nuestras carencias emocionales y superar las crisis del pasado...
Cuidemos la calidad de nuestras relaciones, porque destruyen, y quizá por siempre, la torre de nuestra identidad.
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