Ojalá que pase.... ojalá, ojalá...
¡usarla es casi una oración!. Silvio Rodríguez le hizo un "homenaje" a ésta palabra que me fascina...
Lo cierto que es para que te toque, hay que comprar un "boleto" como dice el chiste...
Como todo en la vida, existen los extremos. Un extremo positivo, un extremo negativo. El querer ser “perfecta” puede llegar a uno de ésos dos extremos o bien mantenerse nivelado en el centro, lo que se dice; una “perfección” equilibrada.
La foto corresponde a la actriz Natalie Portman en su papel en la película cisne negro, que interpreta a una chica obsesionada con la perfección en el baile... llegar a ése punto obsesivo es el extremo negativo de buscar la perfección.
Yo sólo tengo una cosa clara; no quiero ser perfecta. No perfecta para los demás, no perfecta del como se entiende la perfección, quiero ser “perfecta” a mi manera, una perfecta imperfecta que se entiende a sí misma, que disfruta con lo que hace y que ante todo; no llegue a defraudarse, y si lo hace, pueda perdonarse y seguir andando.
Me harta la gente que critica el cómo soy o el cómo quiero ser diciéndome; -“Quieres ser perfecta”- o cuando pasa algo y las cosas no salen cómo uno espera dicen; “ Tampoco tienes que ser perfecta en todo” no sé si critican que desde fuera soy un tanto “dura” conmigo misma, pero más que dura, (pues ser dura se entiende cómo castigo) creo que soy estricta y también tengo mis normas. Normas o más bien, rutinas, que otros critican porque quizá, no tienen voluntad para llevar a cabo sus planes.
Hay una cita que leí hace poco, que no recuerdo bien, que decía algo así como que que las personas que envidian y critican a aquellos que son capaces de hacer posibles sus sueños son justo quienes carecen de voluntad para ello.
Las normas para mí misma también son flexibles y se adaptan a cualquier circunstancia, si un día me siento mal, si un día quiero saltarme la dieta… si un día pasa algo que desajuste mi rutina, simplemente, me ajusto a ésa circunstancia y cambio para adaptarme a ella sobre la marcha.
No soy una sargento conmigo misma, creo que mi manía del orden, va más allá de la limpieza, quiero tener una vida ordenada, en cuanto a lo laboral, social, familiar, físico y mente. Y para tener una mente ordenada tengo que entender que ante todo soy una persona. Una persona con emociones y necesidades afectivas, con cansancio y con un sistema inmunitario que a veces flaquea. Todo antes de caer en la autoexigencia desnivelada que lleva a padecer enfermedades e ir en contra de las necesidades básicas (comer, dormir, reír, VIVIR) esto conduce a la infravaloración de uno mismo. Yo no llego a éste extremo, no quiero, tal vez llegué a ése peligroso punto un día hace mucho tiempo, cuando en vez de ir “conmigo” iba contra mí. La alarma antes de llegar a esta situación es no sentirse nada a gusto con lo que uno es, hace o piensa. Seamos tal cual somos, pero procuremos ser “más” y “mejor” para gustarnos principalmente a nosotros mismos. Ser tal cual uno es, es quererse y aceptarse a sí mismo, y esto ya lo aprendí hace tiempo.
Es verdad que mi horario semanal es todo un croki… eso de… “deja que consulte con mi agenda…” es cierto, a mi me pasa. Pero saben? Soy feliz, y no sé porqué otros se empeñan en decirme; - ¡¡Por favor, no sé cómo puedes con todo!! ¡¡menudo agobio de vida!! - .. .Agobio de vida ¿porqué? ¿Porque otros sencillamente escogen no hacer nada ni plantearse ningún reto?.
A mi eso, me harta… y me harta que me critiquen en cuanto mi gustos, en si salgo mucho o poco, en si me cuido “más de la cuenta” o no me cuido.
Reconozco, que a veces, ni yo misma, puedo cumplir todas las expectativas que me planteo. Pero ésos días, en los que me siento débil, me salto mis “normas” dejo el estudio, el gimnasio, me como una chocolatina y se produce el ¡¡¡momento de catarsis!!! Ya saben; “El que hizo el truco, también hizo la trampa”
Creo que lo que sucede es eso mismo, las personas que carecen de voluntad envidian a las que sí la tienen, y se empeñan en hacerme sentir mal como si yo estuviera haciendo algo malo, si empleo mi tiempo libre en estudiar, si me pongo a dieta, o simplemente, opto por comer sano y decirle NO a un pizco de dulce, (para algunos está mal… o simplemente estás enferma pues no tienes una obesidad mórbida como para decirle no a un dulce) si me planteo el hacer deporte toda la semana (estoy obsesionada con el deporte) si una semana escojo salir de fiesta con las amigas y cuidar mi vida social (soy una festera y una irresponsable) si me voy de viaje (sólo sé gastar el dinero) si quiero apuntarme a clases de canto, un grupo de teatro, una nueva actividad (me sueltan algo así cómo: ¿para qué quieres hacer más cosas si no tienes tiempo para nada?) si quiero mejorar el algo me dicen - ¿cómo… para qué? ¡Si estás bien cómo estás! – O si escojo gastarme el dinero en una super cámara fotográfica me dirán; - ¿para qué? Ni que fueras fotógrafa profesional… - Bueno, no lo soy, pero el “poder ser” siempre es una probabilidad.
Vamos, eso de; nunca llueve a gusto de todos, es certero. Pero en mi vida llueve como a mi me gusta, porque sencillamente soy feliz. Soy feliz cuidándome y llevando ésta vida tan ajetreada, me encanta estar ocupada y elegir cuándo no estarlo… me encanta tener metas y propósitos y lo que me más me satisface es sentir que soy totalmente capaz de llevarlo a cabo. Me encanta tener un poco de “estrés social” (sólo un poco) me gusta molerme en el gimnasio y quedarme muerta al día siguiente, me gusta ponerme a dieta y comer sano, me gusta pasar horas en la biblioteca y sentirme satisfecha porque me gusta lo que estudio y porque sencillamente, estoy ahí un día más, y ése día cuenta y mucho.
Me gusta ver que todo lo que soy y todo lo que tengo es porque en el minuto 0 de ésa realidad yo me planteé que quería conseguirlo, conseguirlo y lo más complicado, mantenerlo.
Me gusta ver que mi cuerpo es resultado de un esfuerzo, que mi mente también lo es… que ya no me preocupo por boberías, que he aprendido a aceptarme tal cual soy pero con el reto de mejorarme a mí misma, superar traumas, olvidar pasados que hacen “pupa”, cambiar actitudes que te hieren a ti y a los demás etc… Querer mejorar por dentro y por fuera no está mal, y no por querer cambiar para mejorar significa no saber aceptarme (otra de ésas críticas).
No tengo porqué demostrarle a los demás que la vida que llevo, para mi es “perfecta” y ordenada, no, porque sencillamente soy feliz y los que me quieren lo saben porque lo ven.
Soy una perfecta imperfecta, y es eso lo que me encanta, y a los que no les guste les preguntaría qué fue lo último que se plantearon en su vida y consiguieron.
Tengo el vicio de cumplir metas y cuando consigo un propósito y lo disfruto me pregunto ¿qué quisiera conseguir ahora? …. No paro la pata, cierto, pero la verdad de todo esto, es que soy así y ser así es parte de mi historia, dejar de serlo sería asesinar mi identidad al gusto de los demás, al gusto de sus frustraciones.
Sin esfuerzo no hay gloria, y mi “esfuerzo” me compensa desde el mismo presente, pues el placer de hacer lo que me gusta, me “robe” el tiempo que me “robe” (según pensamiento de otros) me place enormemente… pues considero que emplear el tiempo en llevar a cabo tus metas o en mejorar en algo que te gusta es un tiempo de regalo. Cuando sienta que una de ésas cosas a las que me dedico se ha convertido en un ladrón del tiempo, es que ésa función o ésa etapa ha llegado a su final para poder dar luz a otra nueva y seguir progresando.
Quiero ser perfecta para mi, pues aunque quede de narcicista decirlo, me quiero tanto, que cuidar mi vida, es uno de mis principales cometidos.
Luchar por ser y tener lo que uno anhela, te lleve el sacrificio que te pueda llevar, merece la pena. Debo hacerle oídos sordos a los incapaces en cumplir sus anhelos que emplean más el tiempo en fastidiar los planes de lo demás que en llevar a cabo los suyos propios. Envidia y pereza, dos de los siete pecados capitales. Por algo será.