miércoles, 6 de julio de 2011

¿Hay alguien ahí?


Existe una escena tan típica en las películas, sobre todo las de suspense, en el que alguien, a solas en su casa oye un ruido y temeroso pregunta: -¿Hay alguien ahí? ... imagino que tiene miedo a que le digan "Si" en ése momento, pero también existe otra escena, en la que entras a un sitio a oscuras, formulas la misma pregunta y esperas con ansias a que alguien te responda afirmativamente.

¿Conoces ésa sensación? La sensación de cuando te despiertas en plena noche con una horrible pesadilla y gritas "mamá" y quieres con toda tu alma que aparezca en medio de la oscuridad encendiendo la luz y diciéndote; "Ya está, ya pasó"...
Pues a veces quisiera encontrar ése consuelo en alguna persona de las que me rodea. No es de extrañar que de vez en cuando en nuestras vidas sintamos como plenos desconocidos a nuestros amigos, o a la gente con quien nos rodeamos.

Y nos sentimos "solos estando acompañados". Creo que el problema no está en que los demás se nos hagan seres extraños, sino en que ni nosotros mismos nos reconocemos.

Sentimos una amenaza en todas las personas con quien tratamos pues sentimos que nos nos pertenecen o que nosotros no pertenecemos a ellas. Nos sentimos incomprendidos, pero no es que ellos no nos comprendan, es que somos nosotros quien nos sentimos así.

En plena oscuridad, es esta soledad la que más frío nos da, la que nos lleva a la búsqueda desesperada de un lugar, un escondite o unos brazos en donde sentirnos SEGUROS, a salvo, sintiendo las palabras alentadoras de; "Ya está, ya pasó".

Rara en lo conocido, ajena a los amigos y a la familia, incómoda al lado de quien te mira a los ojos como esperando una "respuesta", nerviosa en las tardes de café con amigas a quien siento extrañas y muy lejos de quien soy, como si fueran amigas "impuestas" de repente y tenemos que jugar a las "casillitas" como grandes conocidas de siempre. Irascible a las caricias de mi pareja como si fuera un desconocido que sobrepasa la barrera de la intimidad sin pedir permiso.

Es como si tuviera amnesia emocional y los lazos afectivos que creé con otras personas en el pasado se estuvieran desquebrajando en lascas de barro seco cayendo como arena en mis pies descuidados. Es como si fuera la vieja de San Blas perdida en un sueño de la memoria, enfrascada en un capítulo lejano del pasado en el que no logro salir.

Aunque es terrorífico decirlo, me siento como mi abuela, enferma de alzheimer, cuando en los inicios de su enfermedad, miraba desesperada a los ojos buscando una respuesta sobre quien era ella y quien era yo, con esos ojos acristalados por el miedo y el terror al desconocimiento, con la pérdida de la salvaguarda y de ésos fragmentos de memoria emocional tan fundamentales para que la llave del recuerdo abriera las puertas de la identidad.

¿Será que he cambiado o que han cambiado los demás? Será que rodaron las ruedas de la fortuna y nada encaja como encajaba antes? ¿o esto es normal, es parte del ser humano o parte de mi?...

Perdida, ajena, en la oscuridad. Seguro es cosa del día, o de la noche de ayer, pues puede ser que los sueños no acompañasen y estuvieron llenos de pesadillas... lo que al despertar no estaba mi madre para decirme, "ya está, ya pasó" al despertar estaba sola, como sola me quedé dormida anoche.